jueves, 1 de septiembre de 2011
COMO SE DIVERTIAN:::............
Era un libro muy antiguo. El abuelo de Margie le había dicho una vez que, siendo pequeño, su abuelo le contó que hubo un tiempo en que todas las historias se imprimían en papel.
Volvieron las páginas, amarillas y rugosas, y se sintieron tremendamente divertidos al leer palabras que permanecían inmóviles, en vez de moverse como debieran, sobre una pantalla. Y cuando se volvía a la página anterior, en ella seguían las mismas palabras que se habían leído por primera vez.
-¡Será posible! -comentó Tommy-. ¡Vaya despilfarro! Una vez acabado el libro, sólo sirve para tirarlo, creo yo. Nuestra pantalla de televisión habrá contenido ya un millón de libros, y todavía le queda sitio para muchos más. Nunca se me ocurriría tirarla.
-Ni a mí la mía -asintió Margie.
Tenía once años y no había visto tantos libros de texto como Tommy, que ya había cumplido los trece.
-¿Dónde lo encontraste? -preguntó la chiquilla.
-En mi casa -respondió él sin mirarla, ocupado en leer-. En el desván.
-¿Y de qué trata?
-De la escuela.
Margie hizo un mohín de disgusto.
-¿De la escuela? ¡Mira que escribir sobre la escuela! Odio la escuela.
Margie siempre había odiado la escuela, pero ahora más que nunca. El profesor mecánico le había señalado tema tras tema de geografía, y ella había respondido cada vez peor, hasta que su madre, meneando muy preocupada la cabeza, llamó al inspector.
Se trataba de un hombrecillo rechoncho, con la cara encarnada y armado con una caja de instrumental, llena de diales y alambres. Sonrió a Margie y le dio una manzana, llevándose luego aparte al profesor. Margie había esperado que no supiera recomponerlo. Sí que sabía. Al cabo de una hora poco más o menos, allí estaba de nuevo, grande, negro y feo, con su enorme pantalla, en la que se inscribían todas las lecciones y se formulaban las preguntas. Pero eso, al fin y al cabo no era tan malo. Margie detestaba sobre todo la ranura donde tenía que depositar los deberes y los ejercicios. Había que transcribirlos siempre al código de perforaciones que la obligaron a aprender cuando tenía seis años. El profesor mecánico calculaba la nota en menos tiempo que se precisa para respirar.
El inspector sonrió una vez acabada su tarea y luego, dando una palmadita en la cabeza de Margie, dijo a su madre:
-No es culpa de la niña, señora Jones. Creo que el sector geografía se había programado con demasiada rapidez. A veces ocurren estas cosas. Lo he puesto más despacio, a la medida de diez años. Realmente, el nivel general de los progresos de la pequeña resulta satisfactorio por completo...
Y volvió a dar una palmadita en la cabeza de Margie. Ésta se sentía desilusionada. Pensaba que se llevarían al profesor. Así lo habían hecho con el de Tommy, por espacio de casi un mes, debido a que el sector de historia se había desajustado.
-¿Por qué iba a escribir alguien sobre la escuela? -preguntó a Tommy.
El chico la miró con aire de superioridad.
-Porque es una clase de escuela muy distinta a la nuestra, estúpida. El tipo de escuela que tenían hace cientos y cientos de años. -Y añadió campanudamente, recalcando las palabras-: Hace siglos.
Margie se ofendió.
-De acuerdo, no sé qué clase de escuela tenían hace tanto tiempo. -Leyó por un momento el libro por encima del hombro de Tommy y comentó-: De todos modos, había un profesor.
-¡Pues claro que había un profesor! Pero no se trataba de un maestro normal. Era un hombre.
-¿Un hombre? ¿Cómo podía ser profesor un hombre?
-Bueno... Les contaba cosas a los chicos y a las chicas y les daba deberes para casa y les hacía preguntas.
-Un hombre no es lo bastante listo para eso.
-Seguro que sí. Mi padre sabe tanto como mi maestro.
-No lo creo. Un hombre no puede saber tanto como un profesor.
-Apuesto a que mi padre sabe casi tanto como él.
Margie no estaba dispuesta a discutir tal aserto. Así que dijo:
-No me gustaría tener en casa a un hombre extraño para enseñarme.
Tommy lanzó una aguda carcajada.
-No tienes ni idea, Margie. Los profesores no vivían en casa de los alumnos. Trabajaban en un edificio especial, y todos los alumnos iban allí a escucharles.
-¿Y todos los alumnos aprendían lo mismo?
-Claro. Siempre que tuvieran la misma edad...
-Pues mi madre dice que un profesor debe adaptarse a la mente del chico o la chica a quien enseña y que a cada alumno hay que enseñarle de manera distinta.
-En aquella época no lo hacían así. Pero si no te gusta, no tienes por qué leer el libro.
-Yo no dije que no me gustara -respondió con presteza Margie.
Todo lo contrario. Ansiaba enterarse de más cosas sobre aquellas divertidas escuelas. Apenas habían llegado a la mitad, cuando la madre de Margie llamó:
-¡Margie! ¡La hora de la escuela!
-Todavía no, mamá -suplicó Margie, alzando la vista.
-¡Ahora mismo! -ordenó la señora Jones-. Probablemente es también la hora de Tommy.
-¿Me dejarás leer un poco más del libro después de la clase? -pidió Margie a Tommy.
-Ya veremos -respondió él con displicencia.
Y se marchó acto seguido, silbando y con su polvoriento libro bajo el brazo. Margie entró en la sala de clase, próxima al dormitorio. El profesor mecánico ya la estaba esperando. Era la misma hora de todos los días, excepto el sábado y el domingo, pues su madre decía que las pequeñas aprendían mejor si lo hacían a horas regulares.
Se iluminó la pantalla y una voz dijo:
-La lección de aritmética de hoy tratará de la suma de fracciones propias. Por favor, coloque los deberes señalados ayer en la ranura correspondiente.
Margie obedeció con un suspiro. Pensaba en las escuelas antiguas, cuando el abuelo de su abuelo era un niño, cuando todos los chicos de la vecindad salían riendo y gritando al patio, se sentaban juntos en clase y regresaban en mutua compañía a casa al final de la jornada. Y, como aprendían las mismas cosas, podían ayudarse mutuamente en los deberes y comentarlos.
Y los maestros eran personas...
El profesor mecánico destelló sobre la pantalla:
-Cuando sumamos las fracciones una mitad y un cuarto.
Margie siguió pensando en lo mucho que tuvo que gustarles la escuela a los chicos en los tiempos antiguos. Siguió pensando en cómo se divertían.
miércoles, 27 de julio de 2011
AMIGO::::........
Tu que sientes mis angustias
y anhelas ayudarme
tu que miras mi horizonte
y caminas a mi lado;
hoy anhelo a ti entregarte;
las llaves de mis ondos sentimientos,
el secreto cobijado en tus brazos
que defiendes y ocultas cual tesoro.
Sabes amigo,
hoy mas que nunca necesito tu presencia,
esa palabra melodiosa
que cual trino del pajaro mas bello
se acerca a mi suavemente
como el remanso a un mar enfurecido.
Tu que en momentos dificiles
eres mi aliento y esperanza,
que recorre los parajes mas ocultos
hasta encontrar cabida en mi vida.
Tu amigo llevas el palpitar
del andar y la ternura
del rayo de luz que inunda mi alma
del verdadero perfume que solventa
las ansias de una flor deseada.
si amigo tu eres un canto a la vida
a la juventud floreciente
a la pura y nitica amistad
a la sonrisa hermanada
amigo...
que ejemplo de virtud humana.
miércoles, 22 de junio de 2011
No os rindais...
Aunque te de sarampión,
aunque ya no tengas fuerzas
y te sientas derrotado:
El rendirse no es una opción,
ni la derrota es un camino
solo los valientes miran mas alla
de los obstaculos,
y por mas que todo sea tiniebla
ten la seguridad que la hora
del amaneces esta cada vez mas cerca
Muchas veces solo esperamos la derrota
pero ve un poco mas
la luz esta muy cerca
y al final, seras de los pocos
que tendran la dicha de ser
los que vencieron...
lunes, 9 de mayo de 2011
Que es esto que eres
-soy el inmaduro,
el que se equivoca
el nuevo en esta escena.
-No eres inmaduro, eres
el recien nacido
el que esta aprendiendo
el nuevo protagonista.
Retoño del verde campo
pez dorado del inmenso oceano,
Ave gracil y afinada de septiembre,
caballo fuerte y veloz de la pradera.
No te gustan los animales;
Eres amanecer del dia perfecto,
Hermoso atardecer del sol,
aroma de la tierra cuando llueve,
la paz que sucede a la tormenta.
Y dicho de otra manera;
Eres aquello que muchos desearian ser tener,
muchos nunca lo fueron y murieron,
otros no lo quieren ser,
-y tu qu dices:
rechazaras serlo aquellos que
llevas en las entrañas.
Nunca lo hagas querido,
ni aun en la edad avanzada,
porque la juventud se lleva
en el espiritu
y cuando dejamos de llevarlo
realmente empezamos a morir.
miércoles, 6 de abril de 2011
Amigo
amigo mio quiero
que marchemos juntos
por el camino
que a tu hogar nos conduce
que vivamos la vida
de la mejor manera,
a tu manera.
que ante la tempestad
tomes mi mano y la sostengas.
que me guíes por la senda correcta
y endereces mis pasos
cuando me desvie de ella.
que me aumentes la fe y me enseñes
a luchar contra el maligno,
de la menera que tú
as luchado y as vencido
que juntos logremos
la victoria en la batalla
Que de tu mano pueda cumplir con mi tarea
y asi, de tu reino,
formar parte cuando vengas
si Jesus Mi amigo quiero
que a mi lado per